LA ALDEA

El nombre de esta población nos dice mucho de su propia historia. Así, como el topónimo de Aldeia deriva del árabe ar.ad- dai’â, que en origen refería a una construcción rústica-urbana, tomando después el significado que tiene hoy: Una pequeña población rural y agrícola. A su vez, el hecho de llevar también el adjetivo de Nueva, parece evidenciar, naturalmente, una relación con otra población más antigua y por lo tanto vieja, anteriormente abandonada debido a las constantes guerras o epidemias, muy frecuentes en la época medieval.

Es sabido que esta población tenía relación con el conocido Castro de São João dos Arribes , que se encuentra a cerca de 1 Km de Aldeia Nova, junto a los Arribes del Duero. No sabemos el nombre de este poblado ni cuando fue destruido y abandonado, pero por los datos arqueológicos que han llegado hasta nosotros, puede ser considerado uno de los poblados castreños más importantes de la región hace algo más de 2000 años, siendo después ocupado por los romanos, éstos tuvieron una fuerte influencia junto con la comunidad indígena castreña, que allí habitaba.

El Castro de São João das Arribas do Douro se imponía con su sistema defensivo por el que es rodeado: Las murallas, el torreón y las inaccesibles defensas naturales. La huella de las poblaciones indígenas se refleja en los hachas de piedra pulida, los molinos manuales barquiformes y circulares, en restos cerámicos prehistóricos allí encontrados. No prescindían del culto a sus dioses, como se deduce de dos pequeñas cuevas hechas en diferentes rocas orientadas al levante, al nacimiento del sol, que se repiten en otros poblados pre y protohistóricos, siendo al final espacios típicos que sirvieron para ceremonias culturales.

Con la llegada de los romanos, este pueblo Castreño, denominado de São João das Arribas, debido al culto que allí se presta a este Santo desde hace siglos, pertenecía a la comunidad de los Zoelas (Zoelae), con capital, se piensa, en Castro de Avelãs, cerca de Bragança, que a su vez estarían integrados con los Astures del norte. Los romanos transmitirían su cultura y civilización a esta comunidad protohistórica de los arribes, siendo testimonio de esta romanización las nuevas prácticas funerarias (fueron encontradas aquí más de una docena  de estelas funerarias), restos de cerámica romana (alguna fina e importada), así como la circulación de la moneda.

De los restos arqueológicos, merece una mayor atención una lapida honorifica dedicada a un distinguido militar natural de este castro, del termino de Aldeia Nova, quien destaco en el ejercito romano. Aunque su lectura no sea unánime, se transcribe, con  la debida  consideración, por un arqueólogo de gran reputación – Antonio Rodríguez Colomero, 1997:

Lapida honorifica a Emílio Balaeso:

Lectura:

“La parentela de Emílio Balaeso, porta estandartes de Ala SABINIÂNIA, hizo esta dedicatoria a su congénere.”

Hacia el fin del s. IV d.C., los Romanos abrazaron la religión cristiana, que se fue expandiendo, poco a poco, por todas las regiones de su vasto Imperio. Ignoramos cuando llego tal culto a esta región y, particularmente a este poblado castreño de los arribes del Duero, pero sabemos que este lugar fue cristianizado muy pronto, gracias a la implantación del culto a San Juan Bautista (São João das Arribas), a quien dedicó la construcción de una ermita que, después de tantos siglos continua mereciendo la atención de numerosos devotos. El culto  a San Juan Bautista es muy antiguo, pues fue el primer mártir del cristianismo. Y fue el quien bautizo a Jesús en el río Jordán y quien lo reconoció como el mesías anunciado por los Profetas. En honra de San Juan de los Arribes se promueve anualmente una fiesta en este antiguo recinto fortificado, atrayendo muchos fieles, de los cuales una buena parte son Españoles.

Desconocemos las razones que llevaron al abandono y destrucción de este antiguo pueblo. De cualquier modo, en su substitución fue construida de raíz una nueva población: Aldeia Nova. En 1758, el Padre Manuel,  al dar respuestas sobre las investigaciones de las memorias parroquiales, registro que Aldeia Nova, en aquella época, tenía 28 vecinos (casas habitadas), con un total de 90 habitantes, que la patrona del lugar era Santa Catarina do Monte Sinai y que la Iglesia tenía 3 altares: el de la patrona, el de Nuestra Señora de la Purificación y el de San Antonio. También apunta que la actividad principal era el centeno.

El mismo padre Manuel, párroco de Aldeia Nova hace unos 254 años, respondió en la misma investigación que, su antecesor, le contó que los habitantes de esta aldea sabían, en el año 1710, que los castellanos ya habían conquistado Miranda do Douro y que todas las aldeas vecinas habían sido robadas por los soldados enemigos. Entonces sus habitantes, en Junio de 1711, prometieron mandar rezar una misa, siempre, a las Benditas Almas del Purgatorio, para que intercedieran junto a Dios y quedaran libres «de las hostilidades, robos y muertes» que se dieron en las aldeas próximas.

Los españoles insistimos en saquear Aldeia Nova hasta tres veces, pero nunca se consiguió. La primera vez cuando se aproximaban al lugar, sintieron un miedo enorme y se retiraron; la segunda, al pasar junto a un corral de ganado, escucharon ruidos y, pensando que se trataba de un escuadrón militar, huyeron. Por último, ya cuando los soldados castellanos se encontraban próximos a la población, se levantó una niebla tan densa que ni se veían los unos a los otros, se escuchaban tambores, clarines y otros instrumentos militares,  obligando a los  castellanos a retirarse en desbandada. Mientras tanto todos los habitantes que estaban escondidos en los arribes del Duero, regresaron sanos y salvos a la aldea, encontrando todos bienes libres del saqueo y la destrucción. Fue el momento de dar gracias a las benditas Almas del Purgatorio.

Aldeia Nova sigue siendo una comunidad típica raiana. Además de Portugués, la población habla habitualmente la lengua mirandesa y domina bien el Castellano. Además las relaciones con los pueblos del otro lado del río son muy cordiales, cimentadas en fiestas y romerías, así como en las antiguas prácticas de contrabando. El Duero fue entre las antiguas poblaciones raianas más que un punto de unión, fue un encuentro de pueblos y culturas. Y los paisajes de los arribes del Duero son únicos, moldeados de ensueño y magia.